Fortalecer el Servicio Exterior, urge diplomacia


Sujeto al arbitrio de la política partidista que encabece el gobierno en turno, el Servicio Exterior Mexicano (SEM) se rebeló. Exige una urgente actualización y fortalecimiento de este cuerpo, pero también alertó sobre las formas de “patrimonialismo” que existen en su interior generadas por sus integrantes.
De acuerdo con la actual Ley del Servicio Exterior Mexicano, este organismo es un cuerpo permanente de funcionarios del Estado encargado específicamente de representarlo en el extranjero y responsable de ejecutar la política exterior de México.
Es el servicio civil de carrera más antiguo del país, que comenzó a reglamentarse en 1822: un cuerpo colegiado que debe tener una disciplina y un código de conducta en el que sus funcionarios consagran su vida al servicio del país.
“El Servicio Exterior es un cuerpo de servidores públicos especializados en la diplomacia, que su compromiso es dedicarse al tema internacional, entonces no se trata de improvisar o estar escogiendo personas al azar”, expresó el embajador Ramón Xilótl, presidente de la Asociación del Servicio Exterior Mexicano (ASEM). 
En entrevista, subrayó que uno de los mayores problemas de la diplomacia mexicana es que se encuentra al garete, sujeta al “cambio sexenal”, sobre todo en los últimos años, cuando no ha habido un apoyo solidario para el SEM, como lo existe en la diplomacia de Brasil, Japón, Estados Unidos o la Unión Europea. 
El principal problema que enfrenta la diplomacia mexicana actualmente es que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público le tiene autorizadas apenas mil 430 plazas, que son las que forman el SEM, lugares que no se han incrementado desde la década de los 80, lo que hace que en la actualidad, ante el aumento de embajadas, consulados y misiones diplomáticas, entre otros, los lugares para diplomáticos hayan disminuido. 
Una de las mayores irregularidades, comentó Xilótl, es que los nombramientos de funcionarios temporales dentro de la diplomacia se han incrementado y no por personal del SEM, sino por designaciones político-administrativas. 
En la pasada administración (2006-2012) fue nombrada como secretaria de Relaciones Exteriores Patricia Espinosa, sobre quien hoy pesan acusaciones de no haber hecho nada por el SEM. Se le criticó haber permitido que durante un concurso de ascenso dentro del SEM, con 10 plazas para ministros que debían ser competidas, permitió que cinco fueran nombramientos políticos. Además, a uno de sus asistentes (Raúl Heredia) se le dio el rango de embajador cuando apenas tenía unos meses con el grado de ministro, violando así la propia ley del Servicio Exterior. 
“Esto desalienta —consideró Xilótl—. El problema del diplomático mexicano es que es tan discreto, tan institucional, tan respetuoso que no habla y no dice lo que está pasando, pero si no lo hablamos no se va a corregir”. 
A la ASEM, agregó, se le ve como antagónica, enemiga, conflictiva; no quieren que hable. Xilótl comentó que dentro del SEM ha faltado un liderazgo constructivo, de equipo entre los miembros, en el que no se trate de ser un diplomático que sólo cumpla órdenes y quiera complacer a su superior sin atender las necesidades e inquietudes del diplomático de carrera. 
Diego Alejandro de la Vega Wood, agregado diplomático, escribió un largo texto que difundió entre la diplomacia en el que acusó formas patrimonialistas dentro de la cancillería mexicana. 
“Mi arrebato es contra las formas patrimonialistas de ejercer el poder que aún subsisten en la cancillería y especialmente en el gobierno del SEM. Se destila de todo esto un tufo patrimonialista que hace pensar que el sistema incentiva que quienes ocupan las posiciones de poder y los espacios de decisión dentro del SEM se ocupan más por servirse de lo público que por servir a lo público”, escribió el 28 de noviembre de 2012, apenas dos días antes de que Espinosa dejara la cancillería. 
Los desafíos
En una serie de ensayos y reflexiones elaborados por miembros del SEM recopilados en un documento denominado Fortalecimiento y desarrollo del Servicio Exterior Mexicano, del cual EL UNIVERSAL tiene copia, los diplomáticos advirtieron que el reto más importante para la cancillería, que dirige José Antonio Meade, es cómo mejorar y fortalecer el SEM en las circunstancias que vive el país. 
“Cómo fortalecer a un pequeñísimo gremio en una sociedad con tantos desequilibrios, cómo impulsar los intereses y las mejores causas de México en una cultura político-burocrática que a ratos inhibe el desarrollo normal de las capacidades del personal. El servicio civil de la secretaría, lo mismo que el SEM, debe responder a una política de Estado y no a las banderas ideológicas del partido en el poder”, expresaron diplomáticos como Gerardo Canseco,Leandro ArellanoArturo DágerJulián Ventura y Pablo Macedo, entre otros, que aportaron distintos escritos sobre el SEM. 
El SEM pide no menos de 700 plazas nuevas en los próximos cinco años (400 para la rama diplomático-consular y 300 para la técnico-administrativa), además de la creación de un ombudsman diplomático para atender excesos de superiores. 
“La cultura burocrática mexicana es propensa a los grupos y equipos que se establecen alrededor del titular de una oficina y que usualmente menoscaban el trabajo o la consideración de quienes no forman parte de esos grupos. Un ombudsman para el SEM que vigile y procure el bienestar general”. 
México mantiene relaciones diplomáticas con 176 países y cuenta con 150 representaciones en el exterior. 
De 1995 a la fecha el número de miembros del SEM ha disminuido en un 13%, en tanto que las representaciones mexicanas en el mismo lapso de tiempo han aumentado de 135 a 150. 
Los miembros del SEM consideraron que los diplomáticos han dejado de ser los interlocutores exclusivos con otros países, pero conservan el carácter de canal oficial para la conducción de las relaciones exteriores y para la defensa de los intereses de sus connacionales.
Por ello consideraron urgente recurrir a la innovación, sobre todo tecnológica, misma que debe darse desde todos los órganos que representan al SEM. 
Se propuso la inclusión dentro del SEM de un proceso de control de confianza en el examen de ingreso a la diplomacia, tomando en cuenta que a largo plazo los miembros de este cuerpo tienen acceso a material sensible y permanecen en contacto con autoridades de otros países.
Ariadna García, El Universal, 7 de enero.

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