El golf regresa a Cuba


SANTIAGO.— Entre las muchas cosas que Fidel Castro detestaba del capitalismo y que se encargó de erradicar de Cuba tras el triunfo de su revolución en 1959, estaba el golf.
Cinco décadas después, su hijo Antonio, quien acaba de ganar un torneo internacional de ese deporte, y el hermano de Fidel, Raúl Castro, lo convierten en el gancho principal para atraer turistas a la isla.
Antonio Castro Soto del Valle (44 años) es el hijo favorito de Fidel, tal vez por ser el único de los cinco que el líder tuvo con su actual esposa que estudió medicina, como su padre quería. El 27 de abril pasado, ganó la V Edición de la Copa Montecristo de golf, disputada en Varadero, y se convirtió en la cara visible (y más importante) del retorno de ese deporte a la isla después de haber estado proscrito por décadas.
Fidel Castro lo consideraba un deporte caro y para ricos. En 1961 encarnó su desprecio por esa disciplina en la figura del entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower. Hojeando un diario estadounidense en el que se elogiaba la destreza del mandatario en el golf, Castro y Ernesto Che Guevara decidieron burlarse de él.
Vestidos con sus trajes de campaña y gruesas botas se pusieron en acción. El testimonio gráfico de la parodia lo captó el fotógrafo cubano Alberto Korda en una imagen que está entre las más famosas de este profesional.
El único que tenía experiencia con el golf era el Che, quien en su natal Argentina alguna vez se había ganado unos pesos como caddie, y fue quien se quedó con el juego. Para reparar el ego de Castro, al día siguiente el diario Revolución tituló: “Fidel juega mejor que Eisenhower”.
Después de esa anécdota, los dos campos de golf que había en La Habana fueron convertidos uno en un colegio militar y el otro en una escuela de arte. La práctica de ese deporte fue prohibida el mismo año.
Forzado a ceder
Pero vino la caída de la Unión Soviética, a inicios de la década de los 90, y Cuba perdió los millonarios subsidios que ayudaban a la sobrevivencia de su economía.
La isla inició el denominado “periodo especial” y la necesidad fue más fuerte que la ideología. Castro cedió y autorizó la llegada de capitales extranjeros, especialmente españoles y canadienses, para emprender complejos turísticos, campos de golf incluidos.
Así fue el tímido retorno de ese deporte a la isla. Hasta ahora. Porque como parte de sus reformas para “actualizar el socialismo”, el gobierno de Raúl Castro está empeñado en potenciar el turismo, la segunda fuente de ingresos de divisas para Cuba, que en 2012 recaudó más de 2 mil 600 millones.
En los planes de Castro está privilegiar el turismo de lujo por sobre el de “sol y playa”, que atrae principalmente a la clase media.
Para concretarlo, ya hay aprobados 16 proyectos turísticos de lujo, con campos de golf y marinas para el atraque de yates.
“Los campos de golf y las marinas atraen a un sector que gasta mucho más que el turista corriente: para jugar al golf, además de tener tiempo, hay que tener dinero. Y los que van a jugar golf no se alojan en hoteles de dos estrellas ni alquilan habitaciones en casas privadas”, señala Eugenio Yáñez, economista cubano, director de Cubanálisis.
Las expectativas de los inversores son tan grandes como sus deseos de que EU levante el embargo contra Cuba. Si eso ocurriera se abriría un mercado de millones de personas que están a dos o tres horas de vuelo de la isla.
“Si Estados Unidos levanta, o al menos atenúa el embargo, permitiendo viajes de norteamericanos a Cuba, entonces veremos Key West, Miami Beach o West Palm Beach replicado en Cuba. El plan de la mafia de los años 50 del siglo pasado: 150 hoteles de cinco estrellas en la costa norte occidental de Cuba, entre Mariel y Varadero. Y entonces sí habrá 30 o 40 campos de golf”, indica Yáñez.
¿Y la revolución? “Nada, la revolución se acabó hace tiempo. No la destruyó el imperialismo, sino el castrismo en decadencia. Lo que viene de aquí en adelante es el poscastrismo. Aunque sus líderes se van a seguir llamando ‘revolucionarios’, y los cubanos pasarán frente a grandes fotos de Fidel y de Raúl Castro antes de entrar en los McDonald’s y Kentucky Fried Chicken”, añade.
Érika Luters Gamboa, El Universal, 25 de mayo.

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