EU y México, socios iguales: Obama


En su encuentro con jóvenes universitarios, el presidente de Estados Unidos Barack Obama encomió el “impresionante progreso” de México, la forma en que el país está “profundizando su democracia”, su integración a la liga de las grandes economías del mundo, los millones –sin cifras precisas– de ciudadanos que han salido de la pobreza al grado de que una mayoría “ya se describe como de clase media”.
El optimismo y los guiños discursivos de Obama marcaron el acto que tuvo lugar ayer bajo el gran paraguas arquitectónico del patio central del Museo Nacional de Antropología, ante un millar de personas. Unos eran jóvenes de planteles privados e instituciones públicas. Otros, muchos, empresarios e “invitados especiales”.
En un discurso sin sorpresas ni grandes elaboraciones, de poco menos de media hora, el jefe de la Casa Blanca pronunció un par de citas que suelen ser añoradas por la contraparte mexicana en visitas de Estado como estas. Entre otras, puso énfasis en su compromiso de “trabajar estrechamente” con el Congreso de su país para conseguir, “este año sí”, la postergada reforma migratoria que permitiría a millones de indocumentados acceder a la ciudadanía y “salir de la sombra” de la ilegalidad.
Y concedió varios párrafos sobre la corresponsabilidad de su país en las desgracias del nuestro: por ejemplo, la demanda de drogas de sus paisanos. “No creo que legalizarlas sea la respuesta; en su lugar, creo en una solución integral, no sólo con medidas policiacas sino educación, prevención, tratamiento”.
En cuanto al flujo de armas ilegales de Estados Unidos –donde se venden libremente– a México, donde alimentan a las redes de criminales, admitió: “Las armas que se usan en México en actos violentos vienen de mi país. Como presidente, debo respetar los derechos constitucionales de los individuos a portar armas. Lo he jurado y lo haré. Pero usaré todo mi poder para aprobar una reforma de posesión de armas sensata, que consiga mantenerlas lejos de las manos de gente peligrosa”.
Hace siete años (agosto 2006), sobre el mismo tema y frente a Felipe Calderón, su tono fue muy distinto. Según los cables de Wikileaks que La Jornada reveló en 2011, la embajada estadunidense aconsejó a Obama en un documento conocido como scene setter o guía de viaje previa a una cumbre tripartita en Guadalajara: “(Felipe) Calderón tratará de presionarlo para que asuma un compromiso público y explícito para que Estados Unidos haga un esfuerzo mayor para detener el flujo de armas a México”. Le aconsejaron que, en lugar de responder, le exigiera a Calderón un manejo más transparente ante las acusaciones de violación a los derechos humanos. Hoy, con Peña Nieto, el scene setter de la embajada probablemente aconsejó un trato positivo.
Galanterías y redes socialesObama subrayó que hoy, en la relación bilateral, “no hay un socio senior y un socio junior, sino socios iguales”. Ni sombra de alusión a la asimetría que está, se quiera o no, en el ADN de la vecindad en ambos lados del río Bravo, entre la mayor potencia mundial y un país que sigue con grandes márgenes de desigualdad y pobreza.
Obama salpicó su presentación con frases en español: “México lindo y querido”, “es un placer estar entre amigos”, “juntos podemos más”; incluso una cita de La raza de bronce, de Amado Nervo, “ustedes son el sueño”. Y una noticia familiar: la hija mayor de los Obama, Malia, va muy adelantada en su aprendizaje de nuestro idioma.
Galanterías que hicieron de este encuentro con “la nueva generación”, aplaudidora, tuitera whatsappera, un acto alegre, ligero como el aire con aroma de eucalipto que perfumaba la mañana en el bosque de Chapultepec.
Fuera de la escena quedó la tensión que jalonea el trasfondo del diálogo entre la Casa Blanca y Los Pinos. Nada se dijo de las fricciones que precedieron el cuarto viaje de Obama a México, plasmadas en filtraciones a la prensa estadunidense y que pusieron en evidencia lo que realmente preocupa a las agencias federales en Washington sobre el gobierno de Peña Nieto.
En la redefinición de prioridades que el secretario Miguel Ángel Osorio Chong fue a explicar a Washington en su visita de hace dos semanas no quedó claro cómo ni cuándo los nuevos responsables del gabinete de seguridad acotarán el acceso sin cortapisas que el régimen calderonista cedió a Washington en áreas clave de la seguridad interna. Lo que los estadunidenses exigen es certeza, y pronto, sobre la nueva estrategia para enfrentar a las trasnacionales del crimen organizado. Pero en una reunión con asesores de defensa y seguridad en EU, Osorio –según trascendió– rechazó las premuras estadunidenses y planteó que su prioridad es la restructuración de la Iniciativa Mérida.
Optimismo, nada másFrente a los estudiantes –algunos procedentes de Atlacomulco, que no es cualquier lugar, otros de la UNAM, el Poli, la UACM, pero otros muchos de la Ibero, el Tecde Monterrey, La Salle y muchos preparatorianos del American School– todo esto quedó fuera de agenda.
Sólo el énfasis en superar viejos estereotipos que generan “malos entendidos”. Citó: “Algunos americanos sólo ven a los mexicanos representados en titulares de violencia y cruces de frontera. Algunos mexicanos piensan que América no los respeta, que tratamos de imponernos en su soberanía o excluirlos detrás de un muro. Vine a México porque quiero hacer a un lado esas viejas formas de pensar”.
El público, que tuvo que madrugar para ingresar a la burbuja de seguridad blindada por el servicio secreto de EU desde Paseo de la Reforma, fue pródigo en aplausos. Aplaudió cuando el presidente Obama describió a los jóvenes como una generación “empoderada por las nuevas tecnologías”, y claro, muchos de ellos, frente a él, subían a las redes sociales las fotos “muy cute” que se habían tomado con sus dispositivos dentro de esa memorable escena.
Aplaudió también cuando Obama habló de sus planes comerciales, en un momento en que EU es el mayor comprador de mercancías mexicanas, pero también el que más exporta, con ventas que superan el monto de Brasil, Rusia, India y China, combinados. La reacción del respetable fue como si se hablara de una medalla, no de un desbalance comercial.
La hasta ahora incumplida promesa de una reforma migratoria mereció atención aparte. “En Estados Unidos no tenemos un sistema migratorio que refleje nuestros valores. Divide a las familias en lugar de reunirlas y obliga a millones a vivir en las sombras.” Omitió decir, desde luego, que en su administración han sido deportados más mexicanos que en años anteriores y que las remesas de los migrantes se han mantenido a la baja casi por un año consecutivo. Prometió: “Seguiré trabajando para lograr una reforma que fortalezca la seguridad en la frontera y la migración legal… Después de años de estarlo intentando, estoy seguro de que este año sí lo vamos a lograr”.
El presidente de Estados Unidos despachó su encuentro con los jóvenes en una hora. En otra media hora, apenas un besamanos, conversó en privado con empresarios. Después, a bordo de su famosa Bestia, enfilaba hacia su avión, rumbo a Costa Rica. A las 12.25, hora local, la visita había terminado.

Blanche Petrich, La Jornada, 4 de mayo.

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