Implosión amenaza régimen chavista


BUENOS AIRES.— Desde el pasado 5 de marzo, cuando se anunció el deceso de Hugo Chávez, una interrogante ronda entre muchos venezolanos, y otros tantos extranjeros que siguen de cerca la realidad de ese país. ¿Cuándo y cómo será el final del chavismo, cuya naturaleza se ve impedida de sobrevivir sin un líder?
En aquel momento, cuando nadie era capaz de creer el ajustado resultado electoral que ahondó la crisis política en ese país, ya se hablaba de la posibilidad de un implosión, fruto de sus guerras intestinas. El audio dado a conocer el lunes, atribuido a Mario Silva, el singular conductor del programa publicitario del chavismo, La Hojilla, con un militar cubano, parece ir en ese sentido.
La conversación que aparece en las grabaciones confirma las ambiciones de poder y la pelea franca y abierta del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, con el sector que responde al presidente Nicolás Maduro —lo que ya había trascendido en esos días, a pesar de las manifestaciones constantes de unidad.
El rol de la primera dama, Cilia Flores, y las presuntas irregularidades cometidas en el escrutinio, que de ser comprobadas corroborarían un fraude, aparecen en la grabación, como si el gobierno quisiera ratificar lo que desde entonces afirman los analistas.
Sin papel higiénico y otros enseres básicos en las góndolas de los comercios, la escasez “es también de ideas para darle un giro al régimen y empezar a solucionar los problemas”, explica el analista Carlos Blanco, para quien el gobierno “está empantanado en su propio fango”, con su lógica de poder perversa y buscando sobrellevar la sorpresa por una elección que en los papeles se iba a ganar por amplia ventaja y, según las denuncias de la oposición, la habría perdido.
De ahí la presunta ilegitimidad y las denuncias que golpean a lo que queda de un régimen que, sin poder reaccionar, parece ir de cabeza directo hacia una implosión.
Y Venezuela sigue con la economía diezmada, con la violencia campeando por las calles, a pesar de la decisión gubernamental de que el Ejercito esté vigile la seguridad, con el chavismo en asamblea permanente, asistiendo a un poderoso Cabello —al que La Habana sigue siempre de cerca—, y un presidente al que no le alcanzan los esfuerzos ni su impronta para llenar el vacío que dejó el líder.
Eso, en un movimiento personalista, de rasgos autoritarios como fue concebido el chavismo, se parece mucho a un cráter, con un gobierno que camina por sus bordes, con estrecho margen de error.
José Vales corresponsal, EL Universal, 22 de mayo.

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