'Nuestros lazos van más allá de partidos'

En Palacio Nacional, entre los presidentes Enrique Peña Nieto y Barack Obama gravita la figura de Adolfo López Mateos, mexiquense como el anfitrión y, por lo visto, personaje admirado por éste.

"Somos de la misma tierra. Es alguien a quien yo admiro mucho".

En la Galería de Presidentes Peña Nieto se detiene con su invitado y le señala la pintura de López Mateos, un Mandatario que era vitoreado en las calles pero que vio manchada su gestión con la represión a los maestros y los ferrocarrileros.

Ahora, medio siglo después, asoman para el Presidente en turno problemas magisteriales y rechazo al Pacto por México en las marchas por el 1 de Mayo en la capital y varios estados de la República.

Cercada la plancha del Zócalo, afuera de Catedral un puñado de curiosos se agolpa sobre las vallas metálicas para atisbar algo de la reunión de los presidentes. No hay mayor algarabía entre la gente que resiste el solazo de las tres.

Con Obama a su lado en la rueda de prensa, Peña Nieto desliza otra vez la figura de López Mateos para recordar la visita que hace 51 años efectuó el Presidente John F. Kennedy.

"El Presidente Kennedy le expresaba al Presidente López Mateos: 'La geografía nos ha hecho vecinos. La tradición nos ha vuelto amigos. No permitamos que nadie separe lo que ha naturaleza ha unido...'", cita Peña Nieto en una intervención preparada.

El afable primer encuentro en el Patio de Honor de Palacio Nacional -"Hola, Enrique", "Hi, Barack"- ya no da pie para algo más, a no ser el recorrido que por su despacho y por el primer piso ofrece Peña a Obama.

A contrapelo de lo que se estila en este tipo de encuentros, sorprende que los dos mandatarios no hayan sostenido una reunión a solas, acompañados sólo por el traductor, aunque por la noche el mexiquense ofreció una cena informal al jefe de la Casa Blanca en la remozada casa Miguel Alemán, con apenas 24 comensales.

En su despacho, Peña le pide a Obama una foto con su escritorio como fondo. Luego viene un breve recorrido en el que el Presidente número 45 de Estados Unidos mira con curiosidad los candelabros y luego echa un vistazo a una pintura del cura Hidalgo.

El breve "tour" termina cuando se abren las puertas del Salón Recepciones, en cuya larga mesa se acomodan las comitivas de ambos mandatarios, previa presentación de funcionarios.

Si es cierto que la economía pasa a primer término en la relación bilateral, para desdibujar o restar fuerza al tema de la seguridad, que Peña Nieto se hiciera flanquear por el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y por el titular de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, como que no cuadra del todo.

Según revela más tarde el Procurador Jesús Murillo Karam, la Iniciativa Mérida que vieron nacer los ex presidentes Bush hijo y Calderón no fue tema de la reunión y, "por lo tanto, sigue vigente".

A la mesa se sientan también los secretarios de Hacienda y Crédito Público, Economía y Comunicaciones y Transportes, Luis Videgaray, Ildefonso Guajardo y Gerardo Ruiz Esparza, respectivamente.

La sustancia de la visita de Obama a México cobra cuerpo en el Salón Recepciones, y de ello dan apretada cuenta a la prensa los jefes de Estado en el Salón Tesorería.

Y si, como parece, Obama da el visto bueno a la nueva estrategia que adopta el Gobierno peñista para encarar al crimen organizado -con "ventanilla única" de por medio-, también desliza, como no queriendo la cosa, que de la misma forma se entendió con el michoacano Calderón, con todo y la forma en que por esos años se movieron las cosas en materia de seguridad.

"Tuvimos una excelente relación con el Presidente Calderón. Los lazos entre nuestros dos países van más allá de los partidos. Si un Presidente republicano me sigue a mí, seguirán siendo muy fuertes los lazos entre México y Estados Unidos, no solamente por la geografía, sino por la amistad y nuestras interacciones", apura el segundo Presidente demócrata en pisar Palacio Nacional.

López Mateos y Kennedy entre Obama y Peña Nieto. Cincuenta y un años después, México y la Casa Blanca perfilan una nueva relación en la que no pese tanto la cuestión de la seguridad. A ver cuánto aguanta ese propósito.

Mayolo López, Reforma, 3 de mayo.

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