ONG: centroamericanos sufren atropellos en estaciones del INM


Las estaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) en México no garantizan la seguridad física ni la estabilidad emocional de los centroamericanos que son detenidos en su trayecto a Estados Unidos, pues en muchos casos son castigados y encerrados en calabozos por no cumplir los requisitos que les imponen los custodios, según un informe elaborado por distintas organizaciones defensoras de los migrantes.
De acuerdo con el INM, la única estación migratoria de Coahuila se encuentra en Saltillo, donde la mayoría de los migrantes detenidos son originarios de Honduras, Guatemala y El Salvador. En 2012, de 88 mil 501 que fueron alojados en las distintas estaciones migratorias del país, 79 mil 426 fueron deportados a su nación de origen. Saltillo recibió a mil 149 centroamericanos en 2012, y en el primer trimestre de este año suman 166.
Reunidas a invitación de la Casa del Migrante, las ONG coincidieron en que a los indocumentados no se les entrega el reglamento de la estación migratoria donde están; por tanto, no saben cuándo incumplen las reglas, de tal forma que los castigos son a criterio de los guardias. Además, al ser detenidos e internados son hacinados, reciben “pésima alimentación” y limitada atención médica.
Carolina Carreño Nigenda, subcoordinadora del área de acompañamiento sicosocial de la organización civil Sin Fronteras, dijo que “más bien se trata de centros de detención, de cárceles”, porque la gran mayoría de los migrantes son aislados en zonas de castigo. “Los argumentos son que no cumplen las reglas, pero nadie sabe a qué reglas se refieren, porque no se les proporciona un manual que deban seguir, de tal forma que su buen comportamiento queda al arbitrio de los agentes”.
Dijo que aunque el INM ha mejorado las condiciones de estos centros, todavía están lejos de cumplir estándares elementales de protección a los derechos humanos. “Hay un cuarto de castigo, o el cuarto de los sueños, como le llaman los adolescentes, donde son aislados como si se tratara de una cárcel.
“Las autoridades siguen viendo el fenómeno migratorio como un problema de seguridad y así lo están atendiendo, no como un asunto humanitario que involucra a toda la sociedad”, consideró.
Javier Martínez Hernández, asesor jurídico de la Casa del Migrante de Saltillo, recordó que hace un par de años en la estación migratoria de esta ciudad se encontró a un menor de edad esposado a un tubo dentro de un cuarto aislado, oscuro y sin ventilación. Agregó que los migrantes suelen recibir comida fría y en ocasiones echada a perder.
Al ingresar a la estación, añadió, “como parte de un protocolo se pregunta a los detenidos si se encuentran enfermos, y si la respuesta es afirmativa no se les somete a estudios clínicos o tratamiento médico; nada más se les da una pastilla para reducir el dolor”. Además, el médico de la estación migratoria sólo trabaja entre semana, durante el día.
Fermina Rodríguez, representante del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, aseguró que en la estación migratoria de Tapachula, Chiapas, el hacinamiento es evidente y los migrantes no reciben atención médica ni cobijas limpias.

Leopoldo Ramos, La Jornada, 7 de mayo.

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